jueves, 17 de abril de 2008

Nueve Meses...


Pronto se cumplirán nueve meses. Nueve oscuros meses en los que he sentido en la propia carne el peso de la Lanza, y del hambre de Pan y Agua. Largos y tensos meses en los que vi perecer ante mí a todo un mundo. Ríos de sangre se vertieron, cabezas rodaron, y almas libres quedaron sin cuerpos para habitar.



Pronto se cumplirán nueve meses desde que dejé de cantar y conjurar para escuchar, y nada se oyó desde los infinitos cielos. 23 años perdieron sentido, y mi rumbo se perdió en algún lugar entre el intuitivo y el racional, entre el mago y el sacerdote; en ese espacio vacío y baldío en el que tan sólo te resta esperar a que la oscuridad te envuelva para que todo cese por fin y puedas, simplemente, cerrar los ojos.

“La Muerte solo es eso, muerte”, fue lo que dije en aquellos días, y no me arrepiento ni me retracto de haberlo dicho, pues la muerte (los cambios) son eso, cambios, y si cada muerte es un cambio, entonces creo estar viviendo la mayor de mis muertes hasta ahora. ¿Quién es lo suficientemente “Digno” como para decir quién es más o menos honorable a la hora de morir o de cambiar? ¿Somos los humanos lo bastante Concientes como para poder ponernos en los zapatos de otro y decidir si su motivo es justo o injusto; si sus argumentos son más o menos válidos?... La Muerte interior es vivida por cada persona en silencio, y aunque pueda expresarse lo mejor posible en palabras, el texto se queda incompleto, corto, pues el tiempo a ciegas, a oscuras, las lágrimas, la angustia, la impaciencia, la desilusión, la impotencia, la rabia y la pena no tienen correspondiente en la tinta o en la voz.

Ya serán nueve meses, y algunas cosas se han conseguido sacar en limpio, cosas que no me esperaba del todo, pero que, siguiendo la voz de mi intuición, supe desde antes de que todo esto comenzara. Ahora que el sacrificio en el Árbol está por concluir y que las Nueve Líneas comienzan a vislumbrarse en lo más profundo del Pozo, es momento de “Saltar entre Gritos” y caer a la Tierra, deshecho por el dolor y el agotamiento, para luego despertar, conciente de que lo primero que veré será el cegador resplandor de una Hagalaz… ardiendo en mi mano…

Lo que resulte de todo esto quizás ya esté escrito en el Antiguo Pozo, aunque los renglones finales siempre están por escribirse…

Nam ec vp rvnar
opandi nam

fell ec aptr þaðan