miércoles, 31 de octubre de 2007

Cuando el Fuego no Ardió...

Hubo una vez una Primavera en la que el Fuego no ardió, y al no encenderse aquellas Llamas, el calor no llegó. Un fuerte golpe del Granizo impidió que “La que Acaricia las Llamas” abriera sus brazos para, con su abrazo, dar calor a aquellos leños que, desnudos, añoraban arder. El Fuego no se encendió, y un Frío Húmedo comenzó a inundarlo todo en aquel Mundo...

No hubo Luz, y las Oscuras Aguas avanzaron, ahogando las débiles llamas que en el corazón de los Tres, apenas ardía…



“El que Conjura” fue el primero en caer. Se llenó de miedos, ocultó su rostro. Cantó en lenguas que no entendía; invocó Dioses que no le reconocieron. Ofreció el poco Calor que le quedaba a quienes no querían recibirlo. Las Aguas le envolvieron casi por completo, y gracias a “La que Habla con las Hadas”, logró respirar en aquel diluvio.

A pesar de su fuerza, “La que Habla con las Hadas”, enfrentó un frío solitario: el frío de “El que Cuenta los Años”, quien buscaba en su mirada la inocencia de los Años Jóvenes. Quería encontrar esa inocencia, ese laberinto para entrar voluntariamente, sabiendo que no lo podría salvar. Él buscó excusas, y las busca todavía: inventó juegos, bromas, Príncipes y Semejanzas, pero Ella no cedió, y luchó por mantener encendidas aquellas chispas que dolían al arder. Y también la Traicionaron: el Oráculo mostró el verdadero rostro de “Wena”, y se supo que salvó su Mundo, tan sólo para destruirlo.

“La que Acaricia el Fuego” tomó prestado un Manto de Hielo, y con él cubrió su pecho, para no sentir aquel Calor que le dolía. Era un calor provocado por Tres Llamas: la primera la encendió “El que Mira con Ojos Cerrados”, que ahora se alejaba hacia un abismo predicho en tiempo inmemorial. La segunda la encendió “El Dragón de Ojos Brillantes” que, abriendo sus alas, decidió volar para-no-ser-Visto. Y la tercera Llama pertenecía a “El que Lee con Ojos Tristes”, quien no quería levantar esa mirada y permitir que el calor de Ella le diera Vida.

Así los Tres cayeron en sombras, húmedas y frías; tristes y solitarias…

Y así fue como “El que Conjura” olvidó su Magia, y olvidó Hablar en la Lengua de los Dioses…

Y así fue como “La que Habla con las Hadas” olvidó Jugar y olvidó Reír. Y también conoció la Amargura de la Traición…

Y así fue como “La que Acaricia el Fuego” se enfrió, y cubrió su corazón con Hielo…

Y así fue como el Fuego no Ardió…
Y así fue como la Primavera no llegó a este Mundo…


Continuará…

martes, 23 de octubre de 2007

En el Principio...

En el Principio sólo existía Ginnungagap, el “Abismo Cargado de Potencia”. Al Norte se formó la gélida tierra de Nieflheim, el mundo del Hielo y la Escarcha; y al Sur, el ardiente Muspelsheim, el mundo del Fuego. Sin embargo, el Centro permaneció “Templado y sin Vientos”.

Cuando el Calor del Sur entró en contacto con el Hielo del Norte, de las Aguas emergió el Gigante Ymir (el Rugidor. También llamado Aurgelmir entre los gigantes), que representa la “Vibración Primaria” en el Multiverso. Junto con él emergió Audhumla, la Gran Vaca, e Ymir sació su hambre y su sed bebiendo de los cuatro ríos de leche que manaban de sus ubres.

Y los dos tuvieron hijos de forma asexuada. Al dormirse Ymir, comenzó a sudar, y a partir de este sudor engendró a la Raza de los Gigantes de la Escarcha. Audhumla, al lamer el hielo para alimentarse, hizo emerger al andrógino Búri, quien fue padre de Bör. Este último, al unirse a Bestla, hija de Bölthur, descendiente de Gigantes, engendraron a Odhin, Vili y (señores de la Inspiración, la Voluntad y la Santidad, respectivamente).

Unidos estos tres hermanos, dieron muerte a Ymir, muriendo la mayoría de los gigantea ahogados en su sangre. Los restos de Ymir fueron conducidos por estos Dioses hacia el Abismo, en donde comenzó la construcción de Midhgardh, "la Morada Central". El cuerpo del gigante formó la tierra, sus sangre y sudor los océanos; sus huesos, las montañas; sus dientes, los acantilados; su vello, la vegetación. Al terminar la construcción, la cerraron con el cráneo del gigante, y los sesos se esparcieron formando las nubes. Para que esta bóveda permaneciese firme, su sujeción se le encargó a cuatro enanos: Austri, Sudhri, Vestri y Nordhri, quienes la sostenían en los cuatro puntos cardinales.

Al notar los Dioses que el mundo permanecía a oscuras, fueron hacia Muspelsheim y robaron las chispas del Fuego de la Espada Llameante del gigante Surtr. Con las dos llamas mayores crearon a Sol y a Luna, y el resto las dispersaron para dar origen a las estrellas. Y dieron los Dioses sus órbitas y caminos a Sol y a Luna, los que fueron puestos sobre dos Carros para que recorrieran Midhgardh, alternadamente, sin cesar. Y para que este ritmo no cesase, hicieron que el lobo Sköll (Repulsión) persiguiera a Sol, y el lobo Hati (Odio) persiguier el Carro de Luna. Los lobos perseguirían incasablemente los carros sin alcanzarlos, aunque se entiende que los eclipses representan momentos puntuales en los que alguno de los dos Carros es, momentáneamente, alcanzado.

Se sembró Yggdrasil, el Árbol Cósmico, que sostenía todos los Mundos…

Y finalmente se dio curso a las Estaciones, Verano e Invierno, para regular el paso del Tiempo...

El mundo comenzó así, hace inmemorial tiempo, en la Sombra del Pasado; cuando los Hombres aún no pisaban la Tierra…

Así comienza la Historia de este, mi Blog...