Hubo una vez una Primavera en la que el Fuego no ardió, y al no encenderse aquellas Llamas, el calor no llegó. Un fuerte golpe del Granizo impidió que “La que Acaricia las Llamas” abriera sus brazos para, con su abrazo, dar calor a aquellos leños que, desnudos, añoraban arder. El Fuego no se encendió, y un Frío Húmedo comenzó a inundarlo todo en aquel Mundo...
No hubo Luz, y las Oscuras Aguas avanzaron, ahogando las débiles llamas que en el corazón de los Tres, apenas ardía…
No hubo Luz, y las Oscuras Aguas avanzaron, ahogando las débiles llamas que en el corazón de los Tres, apenas ardía…
“El que Conjura” fue el primero en caer. Se llenó de miedos, ocultó su rostro. Cantó en lenguas que no entendía; invocó Dioses que no le reconocieron. Ofreció el poco Calor que le quedaba a quienes no querían recibirlo. Las Aguas le envolvieron casi por completo, y gracias a “La que Habla con las Hadas”, logró respirar en aquel diluvio.
A pesar de su fuerza, “La que Habla con las Hadas”, enfrentó un frío solitario: el frío de “El que Cuenta los Años”, quien buscaba en su mirada la inocencia de los Años Jóvenes. Quería encontrar esa inocencia, ese laberinto para entrar voluntariamente, sabiendo que no lo podría salvar. Él buscó excusas, y las busca todavía: inventó juegos, bromas, Príncipes y Semejanzas, pero Ella no cedió, y luchó por mantener encendidas aquellas chispas que dolían al arder. Y también la Traicionaron: el Oráculo mostró el verdadero rostro de “Wena”, y se supo que salvó su Mundo, tan sólo para destruirlo.
“La que Acaricia el Fuego” tomó prestado un Manto de Hielo, y con él cubrió su pecho, para no sentir aquel Calor que le dolía. Era un calor provocado por Tres Llamas: la primera la encendió “El que Mira con Ojos Cerrados”, que ahora se alejaba hacia un abismo predicho en tiempo inmemorial. La segunda la encendió “El Dragón de Ojos Brillantes” que, abriendo sus alas, decidió volar para-no-ser-Visto. Y la tercera Llama pertenecía a “El que Lee con Ojos Tristes”, quien no quería levantar esa mirada y permitir que el calor de Ella le diera Vida.
Así los Tres cayeron en sombras, húmedas y frías; tristes y solitarias…
Y así fue como “El que Conjura” olvidó su Magia, y olvidó Hablar en la Lengua de los Dioses…
Y así fue como “La que Habla con las Hadas” olvidó Jugar y olvidó Reír. Y también conoció la Amargura de la Traición…
Y así fue como “La que Acaricia el Fuego” se enfrió, y cubrió su corazón con Hielo…
Y así fue como el Fuego no Ardió…
Y así fue como la Primavera no llegó a este Mundo…
Continuará…