viernes, 14 de diciembre de 2007

Imaginación...

La imaginación a veces vuela sin que la razón pueda controlarla fácilmente. En esos momentos me gustaría tener a mano lápiz y papel para no perder detalle de las ideas e imágenes que juegan en mi mente. Se crean mundo enteros, cada uno con sus cuentos, relatos, leyendas y mitos propios; con su gente, sus personajes, sus héroes y sus villanos. Es relativamente fácil, en esos momentos, presenciar el Origen de nuevos universos, oír diálogos entre dioses y hombres, profetizar el fin de vidas, Eras y Mundos.

La Imaginación no tiene límites ni más fronteras que las que nosotros queramos darle. Podemos presenciar increíbles guerras, en la tranquilidad de una banca de la plaza; o emocionarnos con un romance envolvente mientras admiramos el verde de los árboles mientras caminamos. En momentos de ira podemos convertirnos en horribles hechiceros que lanzan poderosas maldiciones; o quizás en terribles monstruos que asolan pueblos indefensos. Pero también podemos ser héroes, paladines, nobles guerreros o sabios magos que luchan por la Luz.

Podemos convertirnos en Luces o en Sombras y, aún así, no dejar de ser nosotros mismos.

Este Blog se ha ido mostrando de modo parecido a cuentos, a pequeños relatos que, junto con mostrar algunas cosas personales, también ha pretendido ayudar a que quien lo lea se aparte un momento del frío cemento que lo rodea.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Creer y Confiar.





–¿Qué te pasó?
–No lo sé.
–No dejaste que llegara. Algo debió, pasar.
–De verdad… no lo sé.

Una vez dicho esto, “El que Conjura” quedó un momento en silencio, mientras la aguda mirada de Aquel Anciano se fijaba en él. Un viento frío recorría el patio, atravesando, incluso, los límites de ese Círculo que brillaba en azul. La luz de aquella llama bailaba al ritmo del viento, mientras el delicado humo ascendía y se disolvía en el aire. El Único Ojo del Anciano seguía fijo en el muchacho, como si leyera algo, más allá de la esquiva mirada que éste le devolvía…

«… Días antes, en la Noche de las Almas, se buscó encender un Nuevo Fuego. Acudieron los Tres, llevándose a Sí Mismos como ofrendas a ese Fuego Inicial. “La que Habla con las Hadas” bendijo el Agua, y derritió los Hielos que se habían formado por la ausencia de Calor. “La que Acaricia el Fuego” logró prender las Llamas que darían un nuevo Calor, en las puertas de un Nuevo Día. Mas, “El que Conjura”, retrocedió. Tejieron y destejieron, mas él no se mostró. Hablaron con Antiguas Palabras, pero él no se pronunció más allá de las confirmaciones.

A pesar de espesas Columnas de Humo, el Fuego logró por fin arder, y las Diosas acudieron, salvo el Dios que también debió llegar…»

–«La Muerte es eso, sólo Muerte». Eso dijiste.

Las palabras del Anciano retumbaron en el lugar, agitando el Viento, como si su aliento diera vida al Aire todo.

–Sí, eso dije.
–¿De dónde nace eso?
–De la realidad.
–¿Realidad?
–Sí. Algo nace, se desarrolla, cumple lo que debe, y luego muere. Eso pasa con todo, incluido el hombre. El mundo es mortal, todo lo es.
–¿Y piensas que eso es todo?
–No lo sé. No sé si habrá algo después de esto. Nadie lo sabe, a ciencia cierta. Sólo tenemos creencias..
–Pero antes las creías. ¿Ahora no?
–Antes lo creía. Lo sentía así, pero… a la larga, da lo mismo creer o no creer: todo se muere igual.
–Si ya no crees ¿por qué estás aquí? ¿Por qué me llamaste? ¿Qué hago Yo aquí?.
–¿Por qué viniste entonces?
–Porque tú me llamaste. Si no me llamaras, no vendría. Si no creyeras, no estaría. ¿Por qué me llamaste a mí, y no a otro?
–No lo sé. Supongo que porque te tengo confianza. Porque me has respondido antes y no te has equivocado
–¿O sea, que confías en mí?

El muchacho dio un profundo suspiro. La noche avanzaba, pero no sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que el Viejo se hizo presente.

–Sí, puedo decir que confío en ti.
–¿Y las Runas? ¿Confías en Ellas?
–Desde luego. Confío en Ellas y en Ti, que me las enseñaste.
–Pero incluso la forma de las Runas perece… y en los Mitos yo también.
–Sí, lo sé. Pero la Fuerza de las Runas va más allá de su forma.
–Exacto. Pero tanto la forma de las Runas, como la de las Divinidades DEBE perecer. De lo contrario, no habría como avanzar. Pensé que lo sabías.
–Se supone que lo sé. Pero…
–Hagalaz… –susurró el Viejo.

“El que Conjura” levantó la mirada para enfrentar el Único Ojo que lo miraba sagazmente. El Viejo sólo sonrió.


–Hagalaz ¿Ese nombre le pusiste, cierto?
–¿Tanto llegó a pesar?
–Fue la más cruda de tus Muertes. Te volviste muy pesimista después de eso. De alguna forma, tus ojos se apagaron. Dejaste de creer en muchas cosas, y buscaste matar las que te quedaban. Lo recuerdo muy bien. Fue cuando nos conocimos oficialmente.
–Sí, también lo recuerdo –dijo sonriendo–. Pero ya no hay vuelta atrás.
–En ese tiempo tomaste las Runas.
–Me llenaron. No creí que existiera algo que me llenara tanto. Me encantan. Y no me fue tan difícil entenderlas, a pesar de que costó encontrar información decente.
–Las entendiste porque con dolor las ganaste: «Aepandi nam».
–¿Aepandi nam?
–Tú sabes por qué usaste el Nombre Hagalaz: porque representó todo ese dolor de la muerte, pero también significó esperanzas de renacer. Las Runas te mostraron otra forma de renacer. Y, de alguna forma, volviste a creer. Creer es confiar, y confiar es creer. No son términos tan distintos, y siempre van de la mano: no puedes creer sin confiar, ni confiar sin creer. No importa cuán dura sea la realidad; eso es sólo forma. No importa si no sabes lo que hay más allá de la Muerte, porque nadie más lo sabe.
–¿Pero entonces para qué seguir pendiente de eso?
–Eres runista.
–Lo intento.
–En el Multiverso todo es evolución constante. Nada tiene un fin, y tampoco conoces lo que Hubo Antes del Principio.
–Es lo que creía antes del Granizo. De alguna forma lo creo todavía.
–Entonces no te preocupes de eso. Lo único que se puede hacer es tratar de alcanzar de cumplir el mayor potencial, para seguir adelante. Lo único que vale la pena es desarrollarse al máximo. Abrir la mayor cantidad de Puertas.
–Quiero hacerlo, pero, a veces, no sé si vale la pena.
–Si un hombre no cree en sí mismo, es difícil que pueda creer en otro. Cada cual cree lo que quiere, pero si no cree en sí mismo, entonces está perdido.
–Pero siento que puedo hacerlo. La experiencia que he tenido con las Runas ha sido… espectacular. Sé que no soy un Vitki muy avanzado, pero, el trabajo ha sido fructífero.
–Lo sé. He estado ahí. Sólo tienes que soltarte. Cuando corresponda que realmente te cuelgues de Yggdrasil, entenderás que el Salto al Vacío implica, tan sólo, Creer…
–Brindemos, entonces.
–Brindemos.

Tras el Brindis, y las respectivas despedidas, el viento agitado, aromas envolventes y dulces regalos, emprendió el Anciano su viaje de Vuelta. Envolviese en su capa azul y montó a aquél espléndido Corcel de Ocho Patas y, como el Viento, se alejó, perdiéndose en la penumbra de la Noche. Las llamas azules que formaban ese Círculo se apagaron, y el muchacho se retiró respirando profundo, mucho más liviano. El viento soplaba, y sopló toda la noche…

miércoles, 31 de octubre de 2007

Cuando el Fuego no Ardió...

Hubo una vez una Primavera en la que el Fuego no ardió, y al no encenderse aquellas Llamas, el calor no llegó. Un fuerte golpe del Granizo impidió que “La que Acaricia las Llamas” abriera sus brazos para, con su abrazo, dar calor a aquellos leños que, desnudos, añoraban arder. El Fuego no se encendió, y un Frío Húmedo comenzó a inundarlo todo en aquel Mundo...

No hubo Luz, y las Oscuras Aguas avanzaron, ahogando las débiles llamas que en el corazón de los Tres, apenas ardía…



“El que Conjura” fue el primero en caer. Se llenó de miedos, ocultó su rostro. Cantó en lenguas que no entendía; invocó Dioses que no le reconocieron. Ofreció el poco Calor que le quedaba a quienes no querían recibirlo. Las Aguas le envolvieron casi por completo, y gracias a “La que Habla con las Hadas”, logró respirar en aquel diluvio.

A pesar de su fuerza, “La que Habla con las Hadas”, enfrentó un frío solitario: el frío de “El que Cuenta los Años”, quien buscaba en su mirada la inocencia de los Años Jóvenes. Quería encontrar esa inocencia, ese laberinto para entrar voluntariamente, sabiendo que no lo podría salvar. Él buscó excusas, y las busca todavía: inventó juegos, bromas, Príncipes y Semejanzas, pero Ella no cedió, y luchó por mantener encendidas aquellas chispas que dolían al arder. Y también la Traicionaron: el Oráculo mostró el verdadero rostro de “Wena”, y se supo que salvó su Mundo, tan sólo para destruirlo.

“La que Acaricia el Fuego” tomó prestado un Manto de Hielo, y con él cubrió su pecho, para no sentir aquel Calor que le dolía. Era un calor provocado por Tres Llamas: la primera la encendió “El que Mira con Ojos Cerrados”, que ahora se alejaba hacia un abismo predicho en tiempo inmemorial. La segunda la encendió “El Dragón de Ojos Brillantes” que, abriendo sus alas, decidió volar para-no-ser-Visto. Y la tercera Llama pertenecía a “El que Lee con Ojos Tristes”, quien no quería levantar esa mirada y permitir que el calor de Ella le diera Vida.

Así los Tres cayeron en sombras, húmedas y frías; tristes y solitarias…

Y así fue como “El que Conjura” olvidó su Magia, y olvidó Hablar en la Lengua de los Dioses…

Y así fue como “La que Habla con las Hadas” olvidó Jugar y olvidó Reír. Y también conoció la Amargura de la Traición…

Y así fue como “La que Acaricia el Fuego” se enfrió, y cubrió su corazón con Hielo…

Y así fue como el Fuego no Ardió…
Y así fue como la Primavera no llegó a este Mundo…


Continuará…

martes, 23 de octubre de 2007

En el Principio...

En el Principio sólo existía Ginnungagap, el “Abismo Cargado de Potencia”. Al Norte se formó la gélida tierra de Nieflheim, el mundo del Hielo y la Escarcha; y al Sur, el ardiente Muspelsheim, el mundo del Fuego. Sin embargo, el Centro permaneció “Templado y sin Vientos”.

Cuando el Calor del Sur entró en contacto con el Hielo del Norte, de las Aguas emergió el Gigante Ymir (el Rugidor. También llamado Aurgelmir entre los gigantes), que representa la “Vibración Primaria” en el Multiverso. Junto con él emergió Audhumla, la Gran Vaca, e Ymir sació su hambre y su sed bebiendo de los cuatro ríos de leche que manaban de sus ubres.

Y los dos tuvieron hijos de forma asexuada. Al dormirse Ymir, comenzó a sudar, y a partir de este sudor engendró a la Raza de los Gigantes de la Escarcha. Audhumla, al lamer el hielo para alimentarse, hizo emerger al andrógino Búri, quien fue padre de Bör. Este último, al unirse a Bestla, hija de Bölthur, descendiente de Gigantes, engendraron a Odhin, Vili y (señores de la Inspiración, la Voluntad y la Santidad, respectivamente).

Unidos estos tres hermanos, dieron muerte a Ymir, muriendo la mayoría de los gigantea ahogados en su sangre. Los restos de Ymir fueron conducidos por estos Dioses hacia el Abismo, en donde comenzó la construcción de Midhgardh, "la Morada Central". El cuerpo del gigante formó la tierra, sus sangre y sudor los océanos; sus huesos, las montañas; sus dientes, los acantilados; su vello, la vegetación. Al terminar la construcción, la cerraron con el cráneo del gigante, y los sesos se esparcieron formando las nubes. Para que esta bóveda permaneciese firme, su sujeción se le encargó a cuatro enanos: Austri, Sudhri, Vestri y Nordhri, quienes la sostenían en los cuatro puntos cardinales.

Al notar los Dioses que el mundo permanecía a oscuras, fueron hacia Muspelsheim y robaron las chispas del Fuego de la Espada Llameante del gigante Surtr. Con las dos llamas mayores crearon a Sol y a Luna, y el resto las dispersaron para dar origen a las estrellas. Y dieron los Dioses sus órbitas y caminos a Sol y a Luna, los que fueron puestos sobre dos Carros para que recorrieran Midhgardh, alternadamente, sin cesar. Y para que este ritmo no cesase, hicieron que el lobo Sköll (Repulsión) persiguiera a Sol, y el lobo Hati (Odio) persiguier el Carro de Luna. Los lobos perseguirían incasablemente los carros sin alcanzarlos, aunque se entiende que los eclipses representan momentos puntuales en los que alguno de los dos Carros es, momentáneamente, alcanzado.

Se sembró Yggdrasil, el Árbol Cósmico, que sostenía todos los Mundos…

Y finalmente se dio curso a las Estaciones, Verano e Invierno, para regular el paso del Tiempo...

El mundo comenzó así, hace inmemorial tiempo, en la Sombra del Pasado; cuando los Hombres aún no pisaban la Tierra…

Así comienza la Historia de este, mi Blog...